"El
Orden y la Actividad Económicos son un Medio que Debe Sujetarse
al Fin Último del Hombre": Federico Mihura Seeber
"En
el orden económico, la conducta del hombre llega al grado
de convertir la economía en un deseo infinito de logros
y aspiraciones, confundiendo, por esa ilimitada consecución
de bienes, el fin último": destacó el Lic.
Federico Mihura Seeber en la primera conferencia del segundo día
de actividades del II Foro Internacional Fe y Ciencia, que lleva
a cabo la Universidad Autónoma de Guadalajara.
En
esta exposición titulada "Los principios del orden
económico y su inversión en la economía actual",
el investigador en Filosofía Económica destacó
que existe un orden natural jerarquizado, mismo que tiene sentido
para el hombre en función de su fin último. En estas
jerarquías se dan bienes que se relacionan con fines particulares
y con el fin último, los cuales deben estar supeditados
de los bienes inferiores a los superiores.
El
Lic. Mihura Seeber comentó a los participantes de este
foro, que el hombre ha desviado el camino hacia su finalidad trascendente,
perdiendo de vista que es primero el todo que las partes, es decir,
se prefiere el bien particular por el bien común y el fin
particular sobre el fin último.
"El
fin de las actividades económicas tiene como producto la
riqueza", dijo, "la cual es un medio con relación
a otros bienes. La riqueza es el conjunto y acumulación
de bienes para la vida, por lo que está subordinada a la
vida. La vida tiene dos sentidos, el vivir como un mantenerse
en la existencia y un sentido cualitativo que implica diversas
actividades, por ejemplo el goce espiritual de la "vida buena"
y el goce corporal de darse "buena vida". Lo anterior
es regido por la ética, que guía las actividades
económicas ordenándolas conforme a la naturaleza.
Adentrándose
en el campo económico, destacó que el orden en este
ámbito es un orden humano, dinámico y moral. Es
un orden hecho por el hombre donde lo natural tiene sentido cuando
el hombre hace las cosas inspirado por la naturaleza y guiado
por los fines de la misma. Cuando se hacen las cosas contra la
naturaleza, se da el desorden y esto es peor, se forza a la naturaleza
a un orden artificial y erróneo.
Subrayó
que en el concierto económico la conducta del hombre evidencia
esta desorientación al grado de llegar a convertir la economía
en un deseo infinito de logros y aspiraciones, confundiendo, por
esa ilimitada consecución de bienes, el fin último
auténtico con el bien económico que puede ser lícito
pero parcial. Constituyendo dicho bien económico en el
falso fin último, hasta el grado de reverenciarse como
una nueva religión, a la cual el hombre le rinde pleitesía
y se le somete, apareciendo así un medio como un fin, y
como "fin último", subrayando que, "si lo
reflexionamos, notamos inmediatamente que ese nuevo "fin
último" es totalmente material, y por lo tanto imposible
de satisfacer a plenitud todas las necesidades en un ser que tiene
una esencia inmaterial y espiritual como lo es el hombre.
Concluyó
que el orden y la actividad económicos son un medio que
debe ajustarse al fin último del hombre; en el orden natural,
la vida buena y no "la buena vida".
Exhortó
a los actuales profesionistas y a los futuros egresados de las
universidades a no crematizar invirtiendo el orden natural y sobrenatural.