"[...] gratia non tollat naturam,
sed perficiat eam [...].

"[...] la gracia no anula la naturaleza, sino que la perfecciona
"[...]".
"El Orden Natural y el Orden Sobrenatural"
Del 4 al 6 de octubre de 2001 en el Gimnasio de la Universidad Autónoma de Guadalajara

Es Necesario Evitar Incurrir en Errores Contemporáneos para Adoptar una Política de Bien Común: Dr. Enrique Díaz Araujo

El orden socio-político es una forma accidental, cuyo sujeto es la disposición inteligente y voluntaria en las relaciones del hombre singular con otros hombres para realizar la vida perfecta, señaló el Dr. Enrique Díaz Araujo en su participación en la segunda edición del Foro Internacional Fe y Ciencia, que se lleva a cabo en la Universidad Autónoma de Guadalajara.

El Dr. Enrique Díaz Araujo, de origen argentino y quien ha desarrollado diversas investigaciones, producciones científicas en libros, y actualmente es profesor titular en la cátedra "Historia Argentina III" en la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina; basó su ponencia, "La Política del Bien Común", en la carencia de valores civiles en las sociedades contemporáneas, lo que hace necesario reflexionar sobre este acontecimiento, de los organismos, tendencias y sistemas que pretenden dar una respuesta a este tipo de problemática comunitaria.

La política, en este caso, la definió como "la actividad, operación o hábito por el cual la persona se determina en relación a ese todo del cual es parte". Desde el orden esencial, el hombre es naturaleza humana, naturaleza completa, una persona imperfecta, que busca su perfeccionamiento dentro de una sociedad, que es una unidad de orden moral, señaló el doctor en Historia.

En el orden entitativo es primero la persona individual, y es en el plano ético donde en la operación la persona pasa a ser parte del todo moral, siendo ésta limitada y finita debido a la imperfección del ser humano; lo anterior a pesar de que existe una posibilidad real de perfección a la que el hombre suele "tender".

Instintivamente, el hombre busca suplir su real insuficiencia, empieza a consultar con su razón la ventaja de esos intercambios con los demás, sostiene una inclinación afectiva hacia otros, no para servirse de ellos, sino para servirlos. Así, por afecto ético, por ejemplo, los padres auxilian a sus hijos menores de edad.

Por otra parte, el Dr. Díaz Araujo consideró que "todo ser está ordenado a un fin, que le confiere su razón de ser". Los entes creados son, pues, participación del Bien Infinito. Dios ha ordenado al hombre para que lo reconozca como a su último fin o Supremo Bien.

Nuestro fin es, por tanto, el servicio de Dios. Por lo tanto, el hombre llegará a alcanzar este fin supremo sobrenatural, pues nada hay en el hombre que escape a su último y único fin.

Al hablar del Bien Común, indicó que éste lo es Dios por antonomasia. Un Bien Común definido como la suma de los bienes particulares, un todo social que es cualitativamente diverso y siempre tiene primacía. Un Bien que está constituido por el servicio que el hombre debe a otros. El bien suyo, el bien al cual por su misma naturaleza tiende, no es un bien simplemente humano, es decir, que es suyo no porque le sea propio, sino porque es el bien máximo del cual puede participar.

El Bien Común Inmanente comprende, como partes integrales, tres clases de bienes: bienes externos, bienes del cuerpo y bienes del alma, agregó. Los privados son aquellos de índole material y los externos, de los cuales el hombre se sirve de ellos de modo excluyente. Y por su parte, los bienes colectivos, tanto materiales como externos, pero no susceptibles de apropiación para el consumo. Los bienes propios: inmateriales e internalizados, y los bienes comunes, una relación y una estructura que se diferencia, ordena y prepondera sobre sus partes.

La dignidad se da en el hombre por participación y no en propiedad. La voluntad quiere aquello que a la inteligencia le presenta como bueno, ya que la vida del hombre está marcada por la necesidad de participar de algo que no es suyo, porque le es superior, explicó.

Existe una proporción entre la voluntad y el bien, sin embargo no hay una proporción real entre la voluntad considerada como mera potencia, y un bien real superior al hombre, por lo cual, para quererlo eficazmente, debe ser ordenado a ello. La voluntad se ordena a la operación mediante sus virtudes. La voluntad trata aquello que es juzgado como bueno por la inteligencia, pero que no se posee.

El orden, en su caso, no es otra cosa que "la adecuada disposición de las partes en un todo y la de los medios con respecto a un fin". El hombre entonces, debe obrar bien en pos de su perfección. Para ello son imprescindibles sus potencias o facultades, pero éstas a su vez necesitan de hábitos para determinarse al bien, y estos hábitos son las virtudes.

El subordinarse al bien común es la manera de respetar la dignidad de todas las personas, que la vida social sea provechosa para todos los hombres, agregó el Dr. Enrique Díaz Araujo.

La política entonces, es también "la actividad, operación o hábito por el cual la persona se determina en relación a ese todo del cual es parte", y se requiere de varias condiciones para que ella opere como la actividad más noble del hombre.

Es necesario de igual manera, tomar en cuenta aquellos errores contemporáneos de los que hay que cuidarse de incurrir, si es que, en realidad, se desea adoptar una política del Bien Común. Sólo queda la opción de esas normas buenas y el consiguiente rechazo de las malas, por parte de las personas de buena voluntad, finalizó.


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