Es
Necesario Evitar Incurrir en Errores Contemporáneos para
Adoptar una Política de Bien Común: Dr. Enrique
Díaz Araujo
El
orden socio-político es una forma accidental, cuyo sujeto
es la disposición inteligente y voluntaria en las relaciones
del hombre singular con otros hombres para realizar la vida perfecta,
señaló el Dr. Enrique Díaz Araujo en su participación
en la segunda edición del Foro Internacional Fe y Ciencia,
que se lleva a cabo en la Universidad Autónoma de Guadalajara.
El
Dr. Enrique Díaz Araujo, de origen argentino y quien ha
desarrollado diversas investigaciones, producciones científicas
en libros, y actualmente es profesor titular en la cátedra
"Historia Argentina III" en la Universidad Nacional
de Cuyo, Argentina; basó su ponencia, "La Política
del Bien Común", en la carencia de valores civiles
en las sociedades contemporáneas, lo que hace necesario
reflexionar sobre este acontecimiento, de los organismos, tendencias
y sistemas que pretenden dar una respuesta a este tipo de problemática
comunitaria.
La
política, en este caso, la definió como "la
actividad, operación o hábito por el cual la persona
se determina en relación a ese todo del cual es parte".
Desde el orden esencial, el hombre es naturaleza humana, naturaleza
completa, una persona imperfecta, que busca su perfeccionamiento
dentro de una sociedad, que es una unidad de orden moral, señaló
el doctor en Historia.
En
el orden entitativo es primero la persona individual, y es en
el plano ético donde en la operación la persona
pasa a ser parte del todo moral, siendo ésta limitada y
finita debido a la imperfección del ser humano; lo anterior
a pesar de que existe una posibilidad real de perfección
a la que el hombre suele "tender".
Instintivamente,
el hombre busca suplir su real insuficiencia, empieza a consultar
con su razón la ventaja de esos intercambios con los demás,
sostiene una inclinación afectiva hacia otros, no para
servirse de ellos, sino para servirlos. Así, por afecto
ético, por ejemplo, los padres auxilian a sus hijos menores
de edad.
Por
otra parte, el Dr. Díaz Araujo consideró que "todo
ser está ordenado a un fin, que le confiere su razón
de ser". Los entes creados son, pues, participación
del Bien Infinito. Dios ha ordenado al hombre para que lo reconozca
como a su último fin o Supremo Bien.
Nuestro
fin es, por tanto, el servicio de Dios. Por lo tanto, el hombre
llegará a alcanzar este fin supremo sobrenatural, pues
nada hay en el hombre que escape a su último y único
fin.
Al
hablar del Bien Común, indicó que éste lo
es Dios por antonomasia. Un Bien Común definido como la
suma de los bienes particulares, un todo social que es cualitativamente
diverso y siempre tiene primacía. Un Bien que está
constituido por el servicio que el hombre debe a otros. El bien
suyo, el bien al cual por su misma naturaleza tiende, no es un
bien simplemente humano, es decir, que es suyo no porque le sea
propio, sino porque es el bien máximo del cual puede participar.
El
Bien Común Inmanente comprende, como partes integrales,
tres clases de bienes: bienes externos, bienes del cuerpo y bienes
del alma, agregó. Los privados son aquellos de índole
material y los externos, de los cuales el hombre se sirve de ellos
de modo excluyente. Y por su parte, los bienes colectivos, tanto
materiales como externos, pero no susceptibles de apropiación
para el consumo. Los bienes propios: inmateriales e internalizados,
y los bienes comunes, una relación y una estructura que
se diferencia, ordena y prepondera sobre sus partes.
La
dignidad se da en el hombre por participación y no en propiedad.
La voluntad quiere aquello que a la inteligencia le presenta como
bueno, ya que la vida del hombre está marcada por la necesidad
de participar de algo que no es suyo, porque le es superior, explicó.
Existe
una proporción entre la voluntad y el bien, sin embargo
no hay una proporción real entre la voluntad considerada
como mera potencia, y un bien real superior al hombre, por lo
cual, para quererlo eficazmente, debe ser ordenado a ello. La
voluntad se ordena a la operación mediante sus virtudes.
La voluntad trata aquello que es juzgado como bueno por la inteligencia,
pero que no se posee.
El
orden, en su caso, no es otra cosa que "la adecuada disposición
de las partes en un todo y la de los medios con respecto a un
fin". El hombre entonces, debe obrar bien en pos de su perfección.
Para ello son imprescindibles sus potencias o facultades, pero
éstas a su vez necesitan de hábitos para determinarse
al bien, y estos hábitos son las virtudes.
El
subordinarse al bien común es la manera de respetar la
dignidad de todas las personas, que la vida social sea provechosa
para todos los hombres, agregó el Dr. Enrique Díaz
Araujo.
La
política entonces, es también "la actividad,
operación o hábito por el cual la persona se determina
en relación a ese todo del cual es parte", y se requiere
de varias condiciones para que ella opere como la actividad más
noble del hombre.
Es
necesario de igual manera, tomar en cuenta aquellos errores contemporáneos
de los que hay que cuidarse de incurrir, si es que, en realidad,
se desea adoptar una política del Bien Común. Sólo
queda la opción de esas normas buenas y el consiguiente
rechazo de las malas, por parte de las personas de buena voluntad,
finalizó.