Justificación

El "Foro Internacional Fe y Ciencia", congruente con su temática que rastrea los problemas substanciales que aquejan al hombre de nuestros días, particularmente con respecto a la fe y la ciencia, aborda en esta ocasión aquello que el Dr. Federico Mihura S. definiría:

"[...] la misma historia de la Salvación y de rebeldía, pero vista desde el foco de la misma Iglesia de Cristo".

Esta historia tiene sendas: Salvación, conquista de la Iglesia, la predicación del Evangelio en el Mundo; rebeldía, la oposición a esta predicación. Cristiandad y Nuevo Orden Mundial, La Ciudad de Dios y la Ciudad del hombre, como bien lo hace ver San Agustín.

La rebeldía se ha manifestado desde fuera y dentro de la Iglesia, son las olas tempestuosas que han pretendido hundirla:

"[...] esta es la barca aludida en el título -del presente foro-, la barca que, navegando en el mar del Mundo, ha tenido su tiempo de bonanza y de avance venturoso en [...] la edad de la fe, pero que mucho más habitualmente se ha visto y se verá enfrentada a la necesidad de capear para no ser abismada por las tempestades en el mar del Mundo".

Pero, la promesa divina, nos llena de fe y esperanza: "Estaré con vosotros hasta la consumación del siglo". Hasta el fin del siglo, hasta el fin del mundo, hasta el fin del espíritu del Mundo. En efecto, la Iglesia, no es una fundación humana, ha sido instituida por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Hay algo divino en Ella que la sostiene, y evita que zozobre en el mar tempestuoso. De tal forma, la Caridad, es decir el Amor Divino, nos invita a cantar:

"Tú reinarás, éste es el grito que ardiente exhala nuestra fe [...]".

El relato de San Mateo 8, 24, sintetiza el fin que en el presente Foro Internacional Fe y Ciencia se ha propuesto:

"Se produjo en el mar una agitación grande, tal que las olas cubrían la nave; pero Él entre tanto dormía, y acercándose le despertaron, diciendo: Señor, sálvanos, que perecemos. Él les dijo: ¿por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma. Los hombres se maravillaban y decían: ¿quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?

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