Desde
sus Inicios la Iglesia ha Sufrido Crisis y una
Persecución Anticristiana
Por
Rosalinda Zuarth Herrera
Señalado
como un proceso de alejamiento de la Iglesia que
culmina en la denominada modernidad, el tema “El
Trigo y la Cizaña” fue uno de los
temas expuestos en el Foro Internacional Fe y
Ciencia “Revolución y Restauración”,
que se realiza la Universidad Autónoma
de Guadalajara (UAG).
“Desde
el inicio la Iglesia comenzó su persecución
con la Revolución Anticristiana y que se
expresa en lo que San Pablo denomina el espíritu
del mundo”, señaló el Pbro.
Alfredo Sáenz Amadeo, experto analista
en temas cristianos oriundo de Buenos Aires, Argentina.
El
mundo es el hálito de Satán, señaló,
mientras dure el mundo existirá “el
espíritu del mundo”, pero no siempre
con el mismo poder, asegura el Padre Sáenz,
ya que hubo épocas en que era menos mundano;
en esas épocas el espíritu del Evangelio
impregnaba las realidades temporales, el espíritu
del mundo persistía, pero arrinconado.
Tal situación se vivió por ejemplo
en la Edad Media, pero luego comenzó un
proceso de alejamiento que culmina en lo que se
llama la modernidad, que es la encarnación
del espíritu del mundo.
Después
de la Edad Media el proceso transitó por
tres etapas, enlistó el conferencista,
la de reforma protestante, que no negó
a Dios ni a Cristo pero repudió a la Iglesia
fundada por Cristo; el segundo paso fue la revolución
francesa, en la cual no se negó a Dios,
pero sí a Cristo; el tercero fue la negación
no sólo de la Iglesia, sino de Dios y de
Cristo, misma negación que encontró
su desemboque institucional en el marxismo, no
sólo ateísta sino antiteísta.
Mencionó
que Cristo ha sido destronado, la misma promesa
del Paraíso: “seréis como
dioses”. La idolatría del hombre,
la economía, la política, el orden
social; todo en torno del hombre, indicó
este distinguido expositor, que ha escrito más
de un centenar de artículos y quien de
igual manera expresó que las tres etapas
no son casuales, sino inteligentemente dadas.
Por
la primera se agrietó la Cristiandad, por
la segunda y la tercera se intentó la destrucción
del Cristianismo. Tres pasos que suponen una inteligencia
superior a la humana, la del inspirador del mundo:
Satanás.
Respaldado
por una intensa actividad docente y literaria,
el Padre Alfredo Sáenz explicó que
este mundo moderno ataca a la Iglesia como a su
principal enemigo desde afuera y desde adentro,
infiltrándose en ella, sirviéndose
para ello de diversas doctrinas y movimientos.
Explicó
que el naturalismo encabeza estos movimientos,
en él, el orden sobrenatural se revela
como superfluo, es la antítesis del cristianismo,
en éste, Dios se hace hombre para que el
hombre se haga Dios. El pecado de Satanás
consistió en no haber aceptado la elevación
sobrenatural. El naturalismo es el gran pecado
del mundo moderno, por eso está en el origen
de todo lo que viene después: racionalismo,
el liberalismo, el socialismo y el modernismo,
señaló el conferencista.
La
Iglesia ha sufrido, entonces, ataques desde adentro,
asegura, ya que a fines del siglo XIX, pero sobre
todo a comienzos del XX, ideas exteriores comenzaron
a infiltrarse, a las que los Papas denominaron
modernismo porque era un intento de apelar al
pensamiento moderno “al naturalismo y al
racionalismo del siglo XIX”.
Según
el expositor últimamente algunos jerarcas
de la Iglesia han enfrentado al progresismo sin
éxito, “podemos afirmar que las grandes
ideas “del mundo moderno”: la mentalidad
de las sociedades secretas, el liberalismo, etc.
condenadas por Pío Nono, habían
penetrado en la Iglesia; más en particular
por su dependencia de la filosofía moderna
sobre la Kantiana y Hegeliana. Pío Nono,
San Pío X y Pío XII fueron los Papas
que enfrentaron esta crisis”.
La
Revolución Anticristiana ha llevado a la
humanidad y, en especial a los católicos,
a la pérdida de la lucidez y del coraje
con la consiguiente destrucción de la inteligencia
y de la voluntad, facultades éstas que
hacen trascender al hombre y sin las cuales nos
hemos “cosificado” perdiendo así
el sentido de la realidad.
Para
finalizar su ponencia, el presbítero dejó
una breve reflexión entre al público
asistente, “el día del juicio final
Dios no nos va a pedir cuentas de nuestras victorias
sino de nuestras cicatrices”. Ante esta
crisis el Padre Alfredo Sáenz nos exhorta
a recobrar la lucidez y el coraje para enfrentar
con éxito esta lucha que parece ser la
definitiva.
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