RELATORIA

Fecha: 4/Octubre/2003 Hora: 9:30-11:00
Conferencia: “Santo Tomás de Aquino: Fundamento de la Restauración”
Expositor: Prof. Bernardo J. Castillo M.
Relatores: Lic. Juan Francisco Romo Limón, Dr. J. Jesús Ambriz Vidal.

La “ciudad terrena” es una construcción temporal fundamentada en la rebelión del hombre contra Dios. Por el contrario instaurar todo en Cristo (Omna instaurare in CHRISTO) se fundamenta en el magisterio de la Iglesia y Sto. Tomás de Aquino.

La ciudad santa, Dios la fundó eterna, habitando en medio de ella. Al autor de la ciudad santa le quieren anteponer los dioses de la ciudad terrena. A la Cristiandad Medieval le anteponen la nueva cristiandad liberal. Satanás es el iniciador de la ciudad terrena.

La ciudad pagana o terrena fue una construcción sofística, en ella la ciudad y la política se convirtieron en utilitarismo y en retórica vacía, siendo sus características: el relativismo, subjetivismo, escepticismo, banalidad, etc., su finalidad no fue la verdad, sino el pragmatismo. Los sofistas son los constructores de la ciudad terrena (del hombre).

La actitud farisaica y de hipocresía religiosa de la ciudad terrena tiene una triple actitud. Observancia externa y superficial de la ley, sin interioridad ni autenticidad; divorcio y contradicción entre la Fe y la vida, las palabras y los hechos; orgullo y menosprecio por los demás.

La cristiandad liberal es la continuación de la ciudad terrena, fundamentándose en el progresismo, proclamado por los marxistas y neomarxistas.

Para Sto. Tomás de Aquino la verdadera felicidad del hombre consiste en la suprema felicidad, es decir, en la contemplación de la Verdad; a dicha felicidad se ordenan todas las operaciones humanas. ¿A qué contemplación se refiere el Aquinate?, a la contemplación de la sabiduría que versa sobre las cosas divinas.

La vida total del hombre ha de descansar, como en primera y fundamental verdad, en Dios, poseído en divina contemplación. A esto deben ordenarse totalmente todas sus actividades: económicas, políticas, culturales o artísticas. O el hombre sirve y se somete a Dios, o sirve a las cosas que no son Dios: placer, pecado, degradación moral, etc. Es Dios el único que puede calmar las apetencias innatas de la voluntad humana, hecha para la Verdad; y de su voluntad, hecha para el Bien. Así se construye la ciudad de Dios. Así el fin de la ciudad terrena es el infierno; y el fin de la ciudad de Dios es el cielo.

Veamos algunos rasgos importantes de Sto. Tomás de Aquino. El Aquinate nació en el castillo de Roccasecca, reino de Nápoles en los últimos meses de 1225 o en los primeros de 1226; vivió 49 años, muriendo el 7 de marzo de 1274, yendo con San Buena Ventura al concilio de Lyon.

A Sto. Tomás de Aquino, a la edad de 5 años, sus padres lo enviaron con los benedictinos al monasterio de Monte Casino ingresando como oblato. Ahí aprendió el valor de la contemplación y de la paz espiritual, y el gozo por conocer y amar la Verdad Divina. Fue un joven extraordinariamente silencioso.

El Aquinate manifestó con su vida la congruencia de pensamiento, palabra y acción. En la universidad de Nápoles nace su vocación dominica, de ésta le atraen los estudios y la predicación, medios de santificación.

Sto. Tomás de Aquino es discípulo y maestro de la verdad; aprende con San Alberto Magno y es consejero de un rey santo, San Luis Rey de Francia. El Aquinate demuestra un gran respeto por Aristóteles y por los Padres de la Iglesia logrando una gran síntesis entre el conocimiento de la razón natural y de la razón sobrenatural, es decir, entre Fe y razón.

Sto. Tomás de Aquino contempla todas las cosas en Dios, con Dios y en orden a Dios, es decir, la triple sabiduría:

a) Orden natural (metafísico)
b) Orden sobrenatural (teológico)
c) Orden místico.

La cosmovisión del Aquinate es la Cristiandad, el orden temporal regido por lo sobrenatural; además, integra todos los elementos a través de la Cristiandad. Sto. Tomás no separa el conocer del ser; admite en el orden natural un cuádruple orden: físico, matemático, metafísico y sobrenatural.

Afirma Sto. Tomás que el fundamento del orden sobrenatural está en la gratuidad de la Gracia, la creación, la caída y la Redención (la restauración de las cosas por Cristo).

La importancia del pensamiento del Aquinate a nivel intelectual y doctrinal es reconocida por el Magisterio de la Iglesia siendo adoptado para la restauración de la Filosofía Cristiana en las escuelas católicas (Encíclica Aeterni Patris, León XIII, 1879). Además, Sto. Tomás fue proclamado celeste patrón de todas las escuelas católicas de cualquier orden y grado (León XIII. Breve de 1880).

Importantes son las siguientes palabras de San Pío X en 1904: “......Debe seguirse a Sto. Tomás como maestro en Filosofía y Teología, porque el apartarse de Sto. Tomás un solo paso, especialmente en las cosas de la metafísica no sería sin grave daño.” (San Pío X. 1904).

“.......Que en todas las escuelas de filosofía sean religiosamente observados los principios y grandes puntos doctrinales de Sto. Tomás de Aquino.......” (San Pío X. Doctores Angelisi. 1914).

Así, ante la amenaza del modernismo, que avanza en todos los frentes de la cultura, San Pío X precisó que la vuelta debía hacerse a Sto. Tomás y no a cualquier tipo de escuela escolástica.

En concordancia con lo anterior el Código de Derecho Canónico manda que los profesores han de exponer la Filosofía Racional y la Teología e informar a los alumnos en estas disciplinas, ateniéndose por completo al método, al sistema y a los principios del Angélico Doctor y siguiéndolo con toda fidelidad (Canon 1366).

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