Justificación
La Iglesia es una, santa,
católica y apostólica, y por ser católica
es universal. ¿Qué implica el hecho
de que la Iglesia sea una, santa, católica
y apostólica. Ante todo, deben asentarse principios
que fundamenten cualquier otra demostración
que dé respuesta a la pregunta anterior.
Primero, la naturaleza de la Iglesia es de origen
divino, fundada por Nuestro Señor Jesucristo.
Segundo, por su origen, la Iglesia encierra las verdades
reveladas por Dios tanto en el Antiguo como en el
Nuevo Testamento.
Tercero, la Revelación, incluye: lo escriturístico
y la Tradición oral, que consiste en la enseñanza
no escrita a través de los siglos y que se
conoce como “Magisterio de la Iglesia”.
La tradición está contenida en los símbolos
de la fe; en las declaraciones dogmáticas de
los Papas y Concilios, en los escritos de los padres
y doctores de la Iglesia y en las palabras
y ritos de la Sagrada Liturgia.
La liturgia es un medio de saber y por tanto un modo
de manifestar y cultivar la fe que es de carácter
intelectual y no sentimental. La liturgia de la Iglesia
es un modo de asentir a los misterios de fe revelados
por Dios y a través de ella contemplar esas
verdades divinas; es también un modo de dar
honra a la Santísima Trinidad, adorarle y glorificarle,
además de darle gracias por todos los beneficios
con que ha regalado al hombre y hacerle peticiones
por nuestras necesidades.
Por tanto, no debe confundirse la piedad con que pueda
desenvolverse la liturgia con la liturgia misma que
se vale de signos sensibles. Es por esto, que la Iglesia
es una, santa, católica y apostólica,
porque es una sola fe, una sola moral y un solo culto.
La Iglesia es una por la unidad de espíritu
entre los fieles.
Una es la Esperanza, como dice San Pablo en la carta
a los Efesios, todos esperamos una misma cosa, esto
es, la vida eterna y feliz.
Una es la Fe, que todos debemos tener y confesar y
uno es el bautismo.
La Iglesia es santa por estar consagrada y dedicada
a Dios. Por lo cual, la liturgia es sagrada y universal
y no está sujeta a la creatividad individual
del celebrante, que por ser individual deriva en ritos
y símbolos distintos que terminan convirtiéndose
en una multiplicidad y que al final cambian la simbología.
De tal forma, que según palabras del Prefecto
de la Sagrada Congregación para la Doctrina
de la Fe, ya no existen dos misas iguales en el Novus
Ordo Missae y hasta se cuestiona “ …si
existe todavía una liturgia católica.”[2]
Cosa que hasta antes de las reformas del Concilio
Vaticano II no existía, pues la unidad litúrgica
la daba el rito romano al culto, a través del
idioma universal y oficial de la Iglesia como lo era
el latín (la Santa Misa es en sí un
misterio de fe, que puede ser conocido pero no entendido,
por tal motivo, no puede objetarse que la multiplicidad
de idiomas contribuya a su entendimiento).
[1] Matth. XXV, 26.
[2] Cardenal Ratzinger. La Stampa, 2 de diciembre
de 2001.
La
liturgia no es un arte libre que permita la creatividad
personal. Es un saber simbólico–teológico
que se ordena a la contemplación de las verdades
de fe, adoración, honra y gloria a Dios, que
como anteriormente se ha dicho, es parte de la Tradición.
Por lo tanto, tiene sucesión apostólica.
El que el hombre adquiera un papel más importante
que Dios en el Novus Ordo, tiene una explicación.
Debido a que en esta liturgia inestable tiene mayor
importancia la creatividad del celebrante que el acto
mismo de adoración, honra y gloria que se brinda
a Dios por el acto litúrgico. “¿Es
más importante el sacerdote que el Señor?”[3]
"Su valor (del Santo Sacrificio de la
Misa) no depende del que actúa ni de quien
escucha; depende de Aquél que es el Gran Sacerdote
y Víctima, Nuestro Señor Jesucristo".[4]
La Misa es el modo más excelso de adorar y
contemplar a Dios, pues, es el mismo sacrificio incruento
del Calvario que el Hijo ofrece por amor al Padre.
Por todo esto y más, urge la restauración
del rito romano contenido en la Misa de San Pío
V. El hecho de restaurar esta Misa tiene
más fondo que el mero hecho de restaurarla,
es hacer de la Iglesia una, santa, católica,
apostólica y romana en su Dogma, su Moral y
en su Culto. ¿Se referirán a esto las
palabras del Cardenal Ratzinger? “…Creo
que hoy hay efectivamente materia, para la nueva generación,
para reformar la reforma”. [5]
Llámase santa también, porque como cuerpo
místico está unida a su cabeza, Cristo,
fuente de toda santidad. Además, la Iglesia
tiene el culto legítimo del sacrificio y de
los sacramentos a través de los cuales comunica
Dios la Divina Gracia y por consiguiente la verdadera
santidad.
La Iglesia es Católica, es decir, universal,
por lo que dice San Agustín: “Desde el
oriente hasta el poniente se extiende con el esplendor
de una sola fe”.
Todos los fieles desde Adán hasta el día
de hoy -y los que existirán mientras exista
el mundo- que profesan la verdadera fe, pertenecen
a la Iglesia que está edificada sobre el fundamento
de los Apóstoles. Es también universal,
porque todo aquél que desee salvarse debe estar
dentro de ella y servirla.
La Iglesia es apostólica, porque contiene la
verdad doctrinal, anunciada por los Apóstoles
y propagada por todo el mundo.
Partiendo de estos principios y notas características
de la Iglesia, en esta ocasión el Foro Internacional
Fe y Ciencia de la Universidad Autónoma de
Guadalajara, toma como tema “Sagrada Eucaristía
y Virgen María”, dogmas fundamentales
de la Iglesia.
[3]
Ibidem.
[4] Fulton J. Sheen. El Calvario y la Misa. Lagusa
Editor S.A. de C.V. México, 2002 (Página
13).
[5] Cardenal Ratzinger. La Stampa, 2 de diciembre
de 2001.
“La
Eucaristía es el más excelente y sublime
de todos los sacramentos, el fin al que se ordenan
todos ellos, el centro de toda la vida cristiana,
el medio más eficaz y poderoso para remontarnos
a las más altas cumbres de la unión
con Dios”.[6]
Es por este motivo que la Iglesia también se
refiere a la Eucaristía con el nombre de Santísimo
Sacramento.
Hacer de la Eucaristía el centro de nuestras
vidas es poner a los pies de Jesús Hostia “...todas
las maravillas del ingenio y del corazón humanos”.[7]
Hoy en día inundados de tanto materialismo
y egoísmo.
Cristo entre nosotros, sólo Él puede
ser la guía correcta y verdadera de toda la
humanidad y sólo en Él deben depositarse
todas las esperanzas, pues como bien dice San Gregorio
Magno: “Qui non ardet, non incendit” (quien
no esté ardiendo, no puede incendiar). A quien
ama a Jesús, no le será difícil
encender ese amor, en el corazón de los demás.
La Eucaristía en la educación es la
mejor pedagogía para hacer de un hombre un
santo, “...nada es tan eficaz como una sola
comunión fervorosa -argumenta Tihamér
Tóth- en la que el niño recibe en su
alma al Divino Maestro, su Señor y Padre, el
gran amigo a quien no puede ocultar ninguna de sus
tristezas, que comprende y compadece sus luchas, que
quiere darle fuerzas para vencer en ellas, que nunca
lo rechazará por grandes que hayan sido sus
caídas”.
Estas hermosas palabras del gran educador húngaro
pueden aplicarse al adolescente, al joven y al adulto,
la Eucaristía es fuente de todo heroísmo
y elevación espiritual, pues en ella está
el Supremo Pedagogo.
Es en la Sagrada Comunión que el divino Educador
baja al alma y allí se cumplen, a través
de Él, los fines de la verdadera educación,
da solidez a los buenos propósitos, fortalece
la voluntad y hace que germinen fructíferas
obras.
Por lo cual, cantemos con Santo Tomás
de Aquino:
Canta lengua mía,[8]
el misterio del Cuerpo glorioso y
de la Sangre preciosa,
que el Rey de las naciones,
Hijo de Madre fecunda,
derramó por rescatar al mundo.
A nosotros se dio,
nos nació de una Virgen sin
mancilla; pasó su vida en el
mundo sembrando su divina
palabra, y terminó el lapso
de su destierro con un prodigio final.
En la noche de la última
cena, sentado a la mesa
con los hermanos, cumplidas
las reglas del convite legal,
díose a sí mismo con sus
propias manos en alimento a los doce.
El Verbo hecho carne,
por su palabra hace de su
carne verdadero pan, y el
vino se convierte en sangre
de Cristo; y si nuestros pobres
sentidos no lo perciben,
la fe es suficiente para cerciorar
de ello al corazón puro.
Adoremos de hinojos
tan augusto sacramento; y las
ceremonias del Antiguo Testamento
cedan el lugar al
nuevo rito; supla la fe la
incapacidad de nuestros sentidos.
Alabanza, cantos de júbilo,
gloria, honor, poder y
acción de gracias demos al
Padre y al Hijo; e igual
homenaje tributemos al que
de entrambos procede, el
Espíritu Santo.
Amén.
[6] Antonio Royo Marín. Teología
de la Perfección Cristiana. P. III. L. II.
cl. 312.
[7] Tihamér Tóth. Artículos y
Discursos de Prensa y Cátedra.
[8] Himno Sacramental Pange Lingua.
“...IPSA CONTERET CAPUT TUUM...”
[9]
“...ÉSTE TE APLASTARÁ LA CABEZA...”
La Virgen María por gracia
de Dios ha sido asociada a la empresa de la redención
y santificación del género humano, por
lo que es corredentora y es sólo a través
de ella que podemos llegar al Hijo.
“María es inmaculada, llena de gracia,
corredentora... subió en cuerpo y alma al cielo
para ser allí la Reina de cielos y tierra y
la mediadora universal de todas las gracias... porque
es la Madre de Dios”. [10]
Por esto, es Ella el modelo a seguir en nuestra vía
de santificación, pues, es la que más
se asemeja al Creador.
Sobran razones para dedicar una buena parte del Foro
Internacional Fe y Ciencia al tema de la Virgen María
y a la cual encomendamos todas las labores del foro.
Finalmente, terminamos con estas palabras de San Luis
María Grignión de Monfort:
“Molde viviente de Dios, Forma Dei, llama San
Agustín a María y, en efecto, lo es.
Quiero decir que en Ella sola se formó Dios
hombre, al natural, sin que rasgo alguno de divinidad
le faltara; y en Ella sólo también puede
formarse el hombre en Dios, al natural, en cuanto
es capaz de ello la naturaleza humana con la gracia
de Jesucristo”.[11]
[9]
Gen. III, 15.
[10] Antonio Royo Marín. Teología de
la Perfección Cristiana. P. I. C. 4.70.
[11] El Secreto de María. Página 8.
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