Sacrificio, Comunión y Viático, las Tres Miradas de la Eucaristía

Por Rosalinda Zuarth Herrera

La Eucaristía es el mismo sacrificio de la Cruz hecho presente, aunque de manera incruenta. No es “otro” sacrificio, sino el mismo, que se nos hace contemporáneo. Este fue el tema expuesto por el R.P. Alfredo Sáenz durante la primera conferencia titulada “El Sacramento de la Eucaristía”, celebrada dentro del marco del Foro Internacional Fe y Ciencia 2004 en la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), que en esta ocasión lleva el título de “Sagrada Eucaristía y Virgen María ”.

Según San Juan Crisóstomo: “Así como Cristo, que se ofrece en muchas partes de la tierra, es un solo cuerpo, y no muchos cuerpos, así también es uno el sacrificio. Para Santo Tomás la Eucaristía tiene tres miradas: al pasado, al presente y el futuro. Al pasado, ante todo, ya que conmemora la Pasión de Cristo, y por eso se llama sacrificio. Otra significación adquiere respecto al presente, y por esto se llama comunión, ya que realiza actualmente la unión con Cristo, y a través de Él, con los miembros de su cuerpo. Finalmente una mirada al futuro, ya que anticipa el Cielo; y por ello recibe el nombre de viático.

Según el expositor, este primer aspecto de la Misa tiene consecuencias en la vida extralitúrgica. Todo lo que en nuestra vida es doloroso y penoso, las enfermedades, los problemas familiares y todo lo que aqueje al alma humana deben ser unidos al sacrificio de la Misa, de esa manera podemos “eucaristizar” nuestros padecimientos, confiriéndoles un sentido apostólico y redentor.

La Eucaristía como comunión

La frase del Señor: “El que come mi carne y bebe mi sangre en mí mora y yo en él”, señala este segundo aspecto de la Misa, esta mutua inhesión. Gracias al carácter unitivo de la Misa, Cristo y el que lo comulga se unen de manera íntima.

Según San Agustín en la Eucaristía se produce una doble comunión. Por una parte Cristo penetra en mí, pero por otra yo entro en su interior, me entraño en Él. “Yo en ellos y ellos en mí”, dijo el Señor en su Última Cena. Yo lo comulgo y Él me comulga. De ahí el carácter nupcial que varios Padres creen encontrar en la Eucaristía. “Dos se hacen una carne”…

Según el Padre Alfredo Sáenz, religioso de origen argentino y autor de más de un centenar de artículos y varios libros, al comulgar a Cristo nos “entrañamos” en Él, ya que este sacramento es fuente de unión con el Cuerpo Místico de Cristo, y por ende, fuente de caridad con el prójimo.

La Eucaristía como viático

Se le llama “viático” en el sentido del alimento al que recurre el que está “en camino”. Por eso su mejor figura es el maná, que fortaleció a los miembros del pueblo elegido en su caminar por el desierto. Así la Eucaristía es el alimento del peregrino a la Patria Celestial. Más aún, en cierto modo nos adelanta el Cielo, la unión definitiva con Dios.

“Cuando vamos a la misa y estamos frente al altar es como si estuviéramos delante del calvario con la misma veracidad, con el mismo realismo con el que estuvo presente la Santísima María y San Juan en la cruz, con una forma diferente de ofrecerse el sacrificio, ahí de hecho aquí en memoria”, aseguró el conferencista.

La comunión, según el Reverendo Padre, implicará siempre una invitación a no vivir en la “inmanencia”, como vive la mayor parte de los hombres de nuestro tiempo, sino a levantar los ojos a nuestra Patria Celestial.

Esta conferencia dejó muy claro el concepto de que el sacrificio que Cristo realizó hace 2000 años no es la acción de un hombre cualquiera, es la acción de un hombre Dios, por lo tanto no esta encerrado en las coordenadas de espacios temporales, sino que rompe todos los marcos históricos y es capaz de manifestarse a lo largo de toda la historia y hacerse presentes en los diversos tiempos y lugares con toda su fuerza original.

Por último el Padre Sáenz dejó un mensaje a los miles de asistentes a esta conferencia “Amaos como yo os he amado”, nos dejó dicho el Señor, agregó.

 

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