Del 27 al 29 de octubre de 2006
en el Gimnasio de la Universidad Autónoma de Guadalajara

Artistas dan Testimonio de la Fe en Dios

Por Seúl Martínez Ascencio

Con dos conferencias magistrales referentes a los “Héroes y Santos en el Arte” concluyó el primer día del Foro Internacional de Fe y Ciencia 2006 que se celebra en la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG).

Los doctores Venancio Ordoño, de la UAG, y Rafael Breide Obeid, proveniente de Argentina, expusieron con gran claridad y profundidad la vida y obra de Antonio Gaudí, reconocido arquitecto español, y de Fray Angélico, pintor italiano, quienes dejaron honda huella de su religiosidad, nacida de la inspiración de sus profundos sentimientos católicos.

Gaudí, el arquitecto de Dios

Antoni Gaudí i Cornet nació en Riudoms, España, el 25 de junio de 1852. En la casa de sus antepasados se encontraba la vivienda y el taller de calderería de la familia católica de los Gaudí-Cornet. De sus padres heredó una estimable tradición artesanal.

Debido a sus enfermedades, dicen sus biógrafos, fue un niño tímido e introvertido; pero tal vez fue por no poder hacer lo que hace cualquier niño de su edad, por lo que Gaudí se volvió un gran observador de la vida y de la naturaleza, a la que llamaba su maestra.

En una de sus salidas conoció el monasterio en ruinas de Santa María de Poblet, momento en el cual tomó la firme resolución de restaurar el antiguo cenobio. Aquel hecho representó para Gaudí la declaración de la vocación arquitectónica.

En otoño de 1868 se trasladó a Barcelona, España, con su familia, y el 24 de octubre de 1874 ingresó en la Escuela de Arquitectura. En la Escuela se recordaba a Gaudí como un joven de carácter muy acusado y alegre, con resultados académicos muy desiguales pero dotado de una gran intuición, capacidad creativa y de una extraordinaria habilidad para el cálculo. Obtuvo su título en marzo de 1878.

En 1879 su trabajo comienza a dar frutos: se le encargan unas farolas para la Plaza Real de Barcelona. Como resultado de una propuesta que realizó para un mueble estableció relación con el Sr. Eusebi Güell i Bacigalupi.

La década de 1880 a 1890 es para Gaudí un período de evolución y de transformación, tanto en el campo arquitectónico como en el espiritual. Su estilo, se hace cada vez más propio y audaz, y es, con todo, un arquitecto de éxito. Trabajó todas las modalidades arquitectónicas civiles y religiosas y trató con magnates, aristócratas y prominentes autoridades eclesiásticas, quienes debieron ejercer una poderosa influencia en su religiosidad.

En 1883, José María Bocabella, le encomendó a Gaudí hacerse cargo de las obras del templo expiatorio de la Sagrada Familia que había iniciado su maestro Francisco de Paula del Villar. A esta obra se entregó Gaudí, cada vez con más fervor durante cuarenta y tres años, hasta su muerte en 1926.

En 1894 Gaudí enfermó gravemente y se retiró por un tiempo a Puigcerdá, en donde durante su convalecencia proyectó la fachada de la Pasión para el templo de la Sagrada Familia.

Su vida se tornaría cada vez más mística, derivando en puro ascetismo. Dejó la casa de la Colonia Güell y se fue a vivir a un rincón de su taller en la Sagrada Familia, desposándose para siempre con la “Dama Pobreza”.

Al año siguiente, el 8 de junio por la tarde, cuando se encaminaba al Oratorio de San Felipe Neri -como todas las tardes lo hacía- para orar ante el Santísimo Sacramento, fue atropellado por un tranvía en la esquina del Paseo de Gracia y la calle de Baillén; dos días después, la mañana del 10 de junio de 1926, luego de recibir el Sagrado Viático, sus brillantes ojos azules se iluminaron todavía más y de sus labios salieron las últimas palabras: “Amén, Dios mío, Dios mío”. Sus restos descansan en la cripta de la Sagrada Familia a los pies del altar dedicado a Nuestra Señora del Carmen.

El Arq. Venancio Ordoño egresó de la Carrera de Arquitectura de la UAG en 1975. Su tesis fue premiada en un concurso de proyectos convirtiéndose en lo que desde entonces es el Centro de Diseño. Desde esa fecha ha sido catedrático,  investigador y ha desarrollado de manera brillante su profesión. Ha impartido decenas de conferencias en diversas instituciones de educación superior, públicas y privadas y forma parte de las principales organizaciones locales y nacionales de su gremio, donde ha recibido innumerables reconocimientos por su labor.

El Beato Angélico: “Para pintar a Cristo hace falta vivir con Cristo”

El siglo XIV fue llamado el siglo gótico, el XV, el de Angélico, es el del humanismo. En ese siglo se quería crear un arte nuevo negando el “gótico”. Se le considera uno de los iniciadores del renacimiento y la perspectiva. Al producirse el giro que se alejaba del gótico como arte internacional se produce una fractura, tanto en el tiempo como en la filosofía.

En Italia, tratan de representar la naturaleza con científica exactitud. Trazan el armazón de las líneas de la perspectiva, y plasman sobre ella el cuerpo humano con un detallado conocimiento de la anatomía. Los flamencos, por otro lado, como Van Eyck (1390-1441), dan la ilusión de lo natural, sumando detalle sobre detalle, tratando de hacer una copia del mundo visible.

Frente a esto, el Beato Angélico (1887-1455), amigo de Massaccio, el pintor que causó la revolución de la perspectiva (profundidad), incorpora los elementos nuevos sin romper la visión teocéntrica. Se mantienen los dos planos, el del mundo trascendente eterno, no sujeto al movimiento ni al cambio, y el plano terrestre sujeto al cambio y al movimiento.

Guido di Piero, que toma el nombre de Fray Giovanni de Fiesole, es conocido como el Beato Angélico. Su vocación de pintor fue anterior a la religiosa. Ingresó a la cofradía de San Nicolás en la Iglesia del Carmen. Su vocación era ser pintor, dominico y predicador. Quería ser un sacerdote que comunicara a Cristo. Estudia cinco años como teólogo en Santa María Novella (fundada por Santo Domingo) y allí conoce en profundidad el misterio de Cristo Salvador y su despliegue en los misterios particulares: la anunciación y todos los misterios del rosario, hasta la coronación de María.

No sólo estudia la teología, sino que toma de los dominicos la metafísica.

Él sigue el ideal del dominico, contemplar la verdad y transmitirla.

La iniciación: Si bien ejecutó distintas materias (ilustraciones de libros, temperas, frescos), su iniciación se produce ilustrando la Escritura. Sus primeras obras son la devoción divina que surge de la escritura y se transforma en meditación, contemplación y afecto (la anunciación de la Virgen leyendo la escritura). La encarnación del Verbo funda el arte sagrado. Antes de Cristo las realidades divinas no se podían pintar, pero Dios es visible por la encarnación y es ahora posible pintarlo.

La Belleza puede concebirse como integridad y perfección. Proporción, armonía y claridad. Bello se refiere a la potencia cognoscitiva, pero indirecta y consecuentemente a la apetitiva. Recogiendo la función y naturaleza de las tres propiedades de lo bello; lo bello podría definirse como la perfección del ente que resplandece por el orden y deleita por la aprehensión.

Al morir el arzobispo de Florencia el Papa le propone al Beato Angélico asumir  dicha distinción, y él rechaza el ofrecimiento. El Papa Eugenio IV es cautivado no solamente por el arte,  sino por las virtudes cristianas del Beato Angélico y lo lleva a Roma a pintar la antigua Basílica de San Pedro y algunos palacios vaticanos.

El Papa siguiente, Nicolás V, le encarga la pintura de la Capilla Nicolina, donde debe pintar la vida de dos Santos Diáconos: San Esteban, primer mártir y San Lorenzo.

El Papa Juan Pablo II beatifica a Fray Angélico por motu propio Quires Christi Gerit (3 Oct 1982). Él dice, en ese documento, que lo declara Beato, que Fray Giovanni de Fiesole se destaca por su integridad de vida y la belleza casi divina de las figuras que pintó, máximamente de la Beata Virgen María. Por eso merece el nombre de Beato Angélico.

Las capillas que hizo en el palacio Vaticano son un verdadero paraíso. Las figuras fueron delineadas con suma gracia y color. En él hay que admirar no sólo al gran artista, sino especialmente la piedad de religioso, la observancia de la regla, la humildad y el olvido de sí mismo. Las historias de San Esteban y San Lorenzo son pinturas transformadas en oración. El epitafio ordenado por el Papa Nicolás V ya lo presentaba como venerable y ya lo consideraba verdadero siervo de Dios.

El Dr. Rafael Luis Breide Obeid es profesor en Letras, abogado, con estudios avanzados en filosofía, director de la Biblioteca del Pensamiento Católico Gladius, entre otros importantes cargos.

Cada uno en su campo, tanto Gaudí como Fray Angélico, ejercieron su actividad creadora como un sacerdocio y toda su obra es fruto de su religiosidad, por lo cual pueden ser considerados arquetipos para el hombre moderno y especialmente para los artistas.

 

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